A principios del siglo XIX se observa una gran movilización en América latina, motivada por la modernización así como por el desarrollo económico, tal es así que se producen las migraciones de diversos lugares de Europa, Asia y África, algunos como hombre libres con un salario y otros con una condición de esclavitud.
La producción en los países: Argentina, Chile, Brasil, México, Perú y, en general, América Central; son modificados a los términos de ocupación y trabajo para migrantes, destinando la mayor parte de su ocupación a la agricultura y los trabajos urbanos y rurales.
En este período de la historia de Latinoamérica, se expresa la diversidad cultural, como producto de siglos de acumulación de experiencias, que orienta hacia respuestas, específicas y creativas, en función del lugar en el que cada grupo humano se sitúa y existe. Esto nos lleva a identificar cómo la unidad civilizatoria se expresa básicamente como grandes zonas de influencia cultural en las que sobresalen la civilización azteca y maya; y la andina. A partir de esas tres grandes civilizaciones, en las que se pueden encontrar rasgos comunes de lengua, alimentación, arquitectura, urbanismo, agricultura, religión y otros, se desgrana una variedad local que evidencia la riqueza humana de existir y estar en el mundo.
En México por ejemplo: no prosperó la intención de favorecer la migración, a pesar de que la población iba en aumento, Por su parte, los españoles y otros europeos preferían asentarse en las ciudades y conseguir empleos en el comercio y en los servicios, lo que se traducía en salarios considerables si se los compara a los que raramente existía en el territorio mexicano.
En Brasil, la inmigración europea cubrió sus necesidades de mano de obra como así también el importante crecimiento demográfico vegetativo que experimentó su población que pasó de diez a catorce millones en el período 1872 – 1888. Los inmigrantes se incorporaron al circuito productivo como asalariados o arrendatarios. Poco a poco se fue desarrollando así una clase de pequeños y medianos propietarios, de arrendatarios y asalariados que posteriormente representaría un sector muy importante política y económicamente, dado que conformaría la base de un mercado interno relativamente importante en Brasil.
En esta época Chile gozaba de estabilidad constitucional ininterrumpida y en lo que respecta a lo político funcionaba un sistema multipartidista. La economía se caracterizaba por un modesto crecimiento basado en la exportación de productos primarios procedentes de la tierra y de la minería. La mano de obra que requería esta última actividad no necesitaba ser abundante lo cual estimulaba movimientos regionales de población a escala nacional sin embargo no se produjo un aumento demográfico. Dentro de la clase trabajadora chilena, la composición étnica predominante era la española, ingresando inmigrantes chinos para trabajar en las minas de nitrato ubicadas en el norte del país. En general la inmigración fue producto de movimientos de re-migración donde los inmigrantes probaban suerte en un país y luego si esta les era desfavorable se trasladaban a otro.
Argentina experimentó un crecimiento agrícola que requería de un mayor número de trabajadores. Ante esta problemática el Estado implementó programas para atraer inmigrantes. Entre 1870 y 1914 llegaron al país alrededor de seis millones de extranjeros, pero solo el 50% se radicó definitivamente en el país. La influencia ideológica y cultural europea y el éxito del crecimiento hacia fuera fortalecieron la ideología liberal de los sectores gobernantes. En Argentina los italianos constituían el grupo de inmigrantes más numerosos. Entre 1860 y 1900 representaron más de la mitad del total de inmigrantes, escoltados por los españoles, quienes en 1911 ampliaron notablemente su llegada al país. Hacia fines del siglo, la población trabajadores se hallaba repartida por partes iguales entre las actividades agropecuarias, la industria, los servicios y trabajadores en trabajos temporales.
En Cuba: Entre 1853 y 1874, llegaron a La Habana 124.000 chinos lo que hizo que el 3% de la población cubana fuera de origen chino. Alrededor de 6000.000 personas se afincaron en Cuba, siendo los españoles los que superaron ampliamente en número a todos los demás.
En América Central y los países andinos no se dio una afluencia masiva de europeos, los que se trasladaron a estas regiones no se integraron en la sociedad por los estratos inferiores sino por los superiores. Había una nutrida representación de europeos, por ejemplo, entre los plantadores de café de Costa Rica. Los que entraban en la sociedad por el nivel más bajo eran los asiáticos.
El Perú fue uno de los países que menor cantidad de inmigrantes recibió en comparación otros países latinoamericanos. En el período comprendido entre 1859 y 1874 ingresaron al país 87.000 extranjeros, todos ellos de nacionalidad china, destinados a las plantaciones de caña de azúcar en el norte y a las producciones guaneras del sur. También se dio una importante llegada de polinesios y hawaianos. En mínima proporción llegaron colonos suizos y alemanes como consecuencia de la puesta en marcha de programas de colonización agrícola.
Para concluir, afirmo que durante el siglo XIX y en adelante, se vivió en América latina cambios profundos, no solo en el aspecto económico debido al capitalismo, sino que también en la mezcla de razas, de culturas, en las nuevas manifestaciones ideológicas y en una nueva idea de identidad cultural originada por las migraciones y las movilizaciones sociales.
En nuestro país, debido a que también durante siglos se han ido mesclando las razas autóctonas y las de los inmigrantes, y han forjado una pluriculturalidad, y una gran diversidad social con grandes posibilidades y oportunidades de desarrollo
sábado, 14 de agosto de 2010
miércoles, 11 de agosto de 2010
Enigmática y misteriosa!!
Nuestro país tiene mucho por descubrir. atrévete a conocer lugares inimaginables y descubrirás misterios y maravillas que hacen propias nuestras características de SER PERUANOS.
¡¡ Ésto es sólo una pequeña muestra!!
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